Recibió la carta en el rincón de la cama. Ni siquiera recordaba la cara del mensajero, aunque llegó a verla, ni su voz, aunque oyó cómo le llamó por su nombre. Se marchó como vino, sin ruido de pisadas ni puertas. Era una tarde especial; la frente le ardía de frío y su curiosidad iba a la deriva como un pescado muerto. El cielo calinoso llenaba la ventana, los niños del parque gritaban ¡mediomango!, un loro silbaba al otro lado de la calle, tormenta, el reloj del salón contando los segundos, la gata Locatropa abriendo y cerrando la puerta del armario, su tiritera en aquel reducto caliente, las mantas hechas un laberinto... Necesitaba dormir, su cuerpo dolorido se lo pedía, pero acababa de hacerlo, también se lo decía. Tragó saliva con sabor a hiel. Entonces reparó en el documento; seguía allí, entre sus manos, de un papel parecido a la madera pulida. Abrirlo fue como abrir la gaveta de un pequeño mueble ministerial:
«Europa, Caléndula, Nerón, Júpiter, Plata, Polichinela, Barba Azul, Mitocondria, Waterloo...»
Leyó durante horas, hundiéndose en aquel subterráneo desplegable lleno de vasos comunicantes. Ya durante el sexto pliegue se topó con pasajes que requerían de la comprensión de los primeros. «¿Cómo era? ¿Cómo era?», se preguntaba mientras iba hacia atrás. «¡Ah, sí! Mitocondria y Waterloo», y continuaba con el documento:
«Lactancio, Al-Mansur, Cristo, Geburag, Silfos, Electromagnetismo, Señal Wow…»
Sus párrafos tiraban de él, ¿acaso hacia una salida? Locatropa maullaba de alegría cada vez que veía cómo sus manos se arrastraban fuera de las mantas, en pleno vendaval ártico. Y Charly —¿no se llamaba así el loro que silbaba al otro lado de la calle?—, gritaba dando ánimos. Pero siempre había una palabra, siempre, que le obligaba a retroceder, y lo sumía de nuevo en aquel pozo oscuro y caliente. Se revolvió sin mucho éxito entre las mantas. «Me canso, me hago pequeño con la nausea», se oyó decir a sí mismo. Continuó:
«Ailanto, Samuel Belibeth, Nepomuceno, Casuarina, Conejo, Potemkin, Tú...»
Cada palabra un enigma a descifrar, un viaje iniciático que va desde "Europa" a "Tú".
ResponderEliminar:) (:
Entre "Europa" y "Tú" brilló un sol de 42.
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